viernes, 23 de diciembre de 2011

COMO AQUÉL DÍA...

En cuerpo y alma. Como si dijera
muerta y viva. ¿Podrías con tu boca
evidente, besar la luz que toca
los brazos verdes de la primavera? En cuerpo y alma. Como si pudiera,
inextinguible, arder la llama loca,
sin consumirse el tronco. Como poca
luz que herir mucha noche pretendiera.
En cuerpo y alma. Como si la mano
quisiera poseer la estrella hundida
dentro del corazón del mar en calma.
En cuerpo y alma. Rojo sol lejano.
Música en el recuerdo mal herida.
Imposible tenerte en cuerpo y alma.

Si fuera verdad que dos almas
marchan juntas, sin conocerse
sus cuerpos, si fuera verdad
que se han tocado desde siempre,
que bebieron la misma luz,
que el mismo destino las mece,
si fuera verdad que son hojas
del mismo arbusto, eterno y verde,
si fuera verdad que su gloria
se cumple el día aquél que tienen
los ojos del alma gemela
fijos en su carne evidente,
si fuera verdad todo eso,
cómo aquel día de setiembre
no te busqué, llamé, llevé,
cómo ignoraba que existieses,
como no detuve la estrella
que te enrojecía la frente,
cómo podía yo cantar
bajo la llama del poniente,
como podia no existir
tu pasado de ahora, doliéndome.
Cómo ha podido ser. Y cómo
no lo impedí, con uñas, dientes…
corazón…

Si fuera verdad
que dos almas, sin conocerse
sus cuerpos, vibran, marchan juntas
hacia el mismo nido caliente,
cómo aquel día por la calle
disparada contra el poniente,
cómo aquel día de luz honda,
dorada y grave de setiembre,
cómo aquel día no sentí
que me traspasaba la muerte…

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