AUTO AYUDA
Humberto estaba desolado, hundido
moralmente, y su vida ya no tenía sentido.
Andaba enloquecido, sin saber
hacia dónde dirigirse y qué hacer con su vida.
Después de terminar sus estudios, se incorporó al mundo laboral.
Trabajaba en la empresa familiar que su padre heredo de su abuelo y este de
su bisabuelo. Se formó a conciencia para sustituir a su
padre, y ser la cuarta generación que dirigía aquella empresa.
Una vez estaba ya a punto de asumir el cargo, sentía que su vida no
tenía sentido, que aquello a lo que iba a dedicar su vida no era lo que él
quería. ¿Pero que iba a hacer, era lo
que tocaba?
¿Acaso podía hacer otra cosa? Su padre y antes su abuelo y su bisabuelo
dedicaron su vida a esa empresa, y les había ido bien para que cambiar.
Humberto sentía angustia y ansiedad casi constante, y le recomendaron que acudiera a clases de
relajación y meditación.
Acudió a la primera clase, y entablo conversación con David un alumno
del grupo. Al finalizar la clase David
le invito a tomar un refresco, era el mes de Julio y hacia bastante calor.
Durante más de tres horas conversaron, David escuchaba atentamente y le
pregunto,
¿Haces lo que quieres hacer, o
Haces lo que tienes que hacer?
Humberto no entendía la pregunta y David le explico que las personas
aprendemos imitando, que tenemos tendencia hacia lo conocido, y que como lo
conocido es cómodo porque lo conocemos, lo aceptamos como nuestro sin ni tan
siquiera cuestionarlo.
David le pregunto ¿Te acercas a lo que quieres o te alejas de lo que
temes?
Humberto volvió a dudar y no entendía la pregunta. David le explico que
el 99% de las personas hacen lo que creen o le han dicho que es normal, seguro,
lógico, y viven alejándose de lo que temen “lo desconocido”. Lo desconocido es
incierto y nos da miedo aunque sea lo que nos emociona.
David le dijo que había tres tipos de personas.
Las que piensan que la vida es
lo que le han dicho y esperan que las cosas sucedan. Solo viven quejándose y
pidiendo y exigiendo sus derechos, pero no hacen nada ni tan siquiera sienten
la emoción de cambiar algo. Solo esperan y se quejan.
Las que cuestionan lo que se
da por normal, buscan y sienten otras opciones, pero siguen sin hacer nada y se
quejan. Saben que hacer pero no lo hacen.
Las que cuestionan lo cómodo e
inician el camino hacia sus sueños, se enfrentan a sus miedos, y suben la montaña encaminados
hacia la cima.
Solo estos últimos son personas de éxito, independientemente de los
resultados.
David le explico una serie de conceptos, y Humberto le pregunto que
donde lo había aprendido.
David le explico que su vida era muy inestable, muchos cambios de
trabajo, muchos problemas económicos, dificultades de pareja. Vivió durante
años sin saber lo que quería hacer en su vida, se empleaba en el primer empleo
que encontraba, movido por la necesidad,
para al poco tiempo dejarlo.
Lo tachaban de vago, se sentía incomprendido y su vida no tenía sentido.
Daba vueltas y vueltas y siempre se repetían las mismas situaciones. Vivía la
carrera de la rata y estaba agotado de correr y estar siempre en el mismo
sitio.
Un día sin saber cómo, acabo en un seminario de tres días, en el que
descubrió una nueva forma de ver la vida, se dio cuenta que nada de lo que
pensaba, creía, e imaginaba era algo suyo, había dado por valido un sinfín de
conceptos, de normas, de creencias, de valores, sin ni tan siquiera
cuestionarlos, y así le iba.
En aquel seminario descubrió que era “victima” de “victimas” que
arrastraba todo un sistema de creencias con el que se identificaba, que lo
limitaba para desarrollarse en la vida. Que además no sabía qué hacer ni cuál
era su propósito, carecía de valores y principios que le hicieran levantarse
con pasión por la mañana. Vivía una vida aburrida e incómoda y encima le sacaba
beneficio, por eso seguía experimentándola y justificando que él no podía hacer
nada que era lo que tocaba, que el destino y la suerte no le acompañaban.
Humberto sintió interés por este seminario, y David le explico que lo
había creado un hombre que lo había pasado francamente mal en la vida, un
hombre que el dolor y la “mala suerte” se había cebado duramente con él. Navego
contra corriente durante muchos años, en ese tiempo busco respuestas en
filosofías, técnicas terapéuticas alternativas, y que la tozudez de salir de
esa situación tan dura, le llevo a la clave de como liberarse de lo que su
entorno denominaba “mala suerte”. Supero una quiebra económica, supero un grave
accidente que le dejo en una silla de ruedas y que hoy tiene la misión de
influir positivamente en el desarrollo
personal y espiritual para que las personas que logren sus sueños.
Después de un tiempo de experimentación, aplico con éxito esos conceptos
en consulta privada con éxito. Hasta que decidió que tenía que expandir ese
mensaje a más personas, entonces sintetizo todo un compendio de conceptos en 20
horas de seminario totalmente práctico, con el objetivo de que las personas se
liberaran de todo un sistema de programas y creencias que estaban grabados en
el cuerpo, lugar donde se materializa cualquier emoción o pensamiento.
Después de liberar todo ese entramado de limitaciones, y una vez
definido donde dirigir tu vida, te enseña a acceder al futuro para ver y sentir
como si ya estás viviendo tus sueños y entonces descubres cuales son los
cambios que TÚ has de hacer para materializar tu sueño en tu realidad física.
Además te enseña los mecanismos de reseteo e integración para que los apliques
cada vez que surja una situación que te suponga un reto.
Humberto se sorprendió y sintió unas ganas enormes de hacer ese
seminario y conocer al hombre que lo creo. Además descubrir su propósito de vida.
Se inscribió al seminario LIBERA TU PODER ILIMITADO.
Su vida cambio, se dio cuenta que el problema no era lo que se
manifestaba en su realidad, el problema era su modelo del mundo, su forma de
vivir la vida.
Hablo con su padre y le confeso que no deseaba tomar el mando de la
empresa, que había decidido cambiar su rumbo y lograr sus sueños. Su padre
lloro desconsolado de emoción y le confeso que odiaba la vida que vivió, odiaba
trabajar en esa empresa, que con 65 años a punto de jubilarse, sentía lo mismo
que su padre a la hora de morir, que le confeso que después de 90 años de vida,
había vivido una vida sin sentido detrás del sueño de su padre. Él estaba exactamente igual porque nunca
quiso cuestionar su realidad por miedo a lo desconocido. Así que abrazo a
Humberto y le dijo que persiguiera sus sueños aquellos que ni su abuelo ni el
habían logrado por miedo, y por cómodos.
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