Deseo que me hagas sentir que soy amado, que soy útil todavía, que no estoy solo.
Deseo permanecer en mi casa o en la tuya.
Deseo que cuando comamos en la misma mesa, me dés conversación a pesar de que yo apenas hable.
-Deseo que me ames por lo que soy y no por lo que tengo.
-Deseo que me visites a menudo en la residencia, en caso de que te veas obligado a internarme en ella.
-Deseo que me llenes de cariño y comprensión en esta última etapa.
-Deseo que no bromees de mi paso vacilante o de mi mano temblorosa.
-Deseo que comprendas mi incapacidad de oir como antes, y que por lo tanto, me hables despacio y claro, pero sin gritar, si no es necesario.
-Deseo que tengas en cuenta, que mis ojos se están nublando y que no me eches en cara ni te rías de mí, cuando tropiezo o derramo la taza de café sobre la mesa.
-Deseo que me ofrezcas asiento en el autobús y la preferencia en la acera, así como que respetes mi paso lento al cruzar la calle.
-Deseo que tengas tiempo suficiente para escucharme sin prisas, aunque lo que yo te diga, te importe poco o nada.
-Deseo que no me digas: "Ya me has contado tres veces lo mismo", y me escuches como si fuera la primera vez que te lo cuento.
-Deseo que me recuerdes los aciertos y éxitos de mi vida pasada y que no me hables de mis errores y fracasos.
-Deseo poder sentir la caricia de tu mano sobre la mía, y cuando está al final de mis días, háblame entonces de la misericordia de Diós.
-¡Gracias, mil gracias por atender mis deseos.? Un día, otros los harán posible para tí.
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