sábado, 7 de enero de 2012

ROSALÍA DE CASTRO

Unha vez tiven un cravo
cravado no corazón,

e eu non m´acordo xa s´era aquél cravo
d´ouro, de ferro ou d´amor.

Soio séi que me fixo un mal tan fondo,
que tanto m´atormentóu,
qu´en día e noite sin cesar choraba
cal choróu Madanela n´a Pasión.
"Señor, que todo o podes
-pedínlle unha vez a Deus,-
dame valor pr´a arrincar d´un golpe
cravo de tal condición".
E dóumo Deus e arranquéino,
mais...¿Qué pensara?...despóis
xa non sentín mais tormentos
nin soupen qu´era delor;
sóupen só que no sei que me faltaba
en donde o cravo faltóu,
e seica..., seica tiven saudades
d´aquéla pena...¡Bon Deus!
Este barro mortal qu´envolve o esprítu,
¡Quén-o entenderá Señor!...


Una vez tenía un clavo
clavado en el corazón,
y no recuerdo ya si era aquél clavo
de oro, de hierro o de amor.
Sólo sé que me hizo un mal tan hondo,
que tanto me atormentó,
que día y noche, sin cesar lloraba,
cual lloró Magdalena en la pasión.
"Señor que todo lo puedes,
-le pedí una vez a Diós-,
dame valor para arrancar de un golpe
clavo de tal condición",
Y me lo dió Diós y me lo arranqué,
pero...¿Quién lo pensara?...después
ya no sentí más tormentos
ni supe que era dolor;
sólo supe que no sé que me faltaba
en donde el clavo me faltó,
y enseguida empecé a sentir añoranzas
de aquélla pena...¡Buén Diós!...
Este barro mortal que envuelve el espíritu
¡Quién lo entenderá Señor!



No hay comentarios:

Publicar un comentario